Se trata de una de las gemas preciosas más valoradas en la industria de la joyería por su coste económico y sus propiedades (brillo, dureza o belleza).
¿Qué es exactamente un diamante? ¿Es un mineral o una roca? ¿Qué lo hace tan especial?
El diamante es un mineral natural y también una roca excepcional compuesta de carbono.
Ha experimentado un proceso de calor y presión extremos y han tenido que pasar cientos de miles de años para convertirse en esa hermosa roca que ahora adorna tus joyas.
Los diamantes no se forjan en la superficie de la tierra.
Lo hacen a cientos de kilómetros bajo ella. Concretamente en una zona conocida como “Zona estable de diamantes”. En la corteza continental, a unos 90 km o más de profundidad. Con altas temperaturas y presiones.
Como consecuencia de las explosiones volcánicas, fragmentos de estas rocas llegan más arriba. Y, poco a poco, van subiendo a capas más superficiales. Es en estas últimas desde donde se consiguen extraer.
Los diamantes son rocas extraordinarias con el nivel más alto de brillo. De ahí que sean conocidos por su luminosidad. Esto es gracias a que tiene un elevado nivel de refracción y dispersión.
Su diafanidad es transparente y translúcida, con una forma octaédrica en cuatro direcciones.
En cuanto a su dureza, en la escala de Mohs tiene un 10. De hecho, su nombre proviene del griego "adamantem", que se traduce como “invencible.”
La naturaleza es magnífica y en medio de sus creaciones hay algunas extraordinarias, como lo son los diamantes de colores.
Lo regular y más común son los diamantes ligeramente incoloros. Pero no son los únicos. Existen un sinfín más de tonalidades que han revolucionado los diseños en joyería fina. Hay diamantes: amarillos, azules, verdes, grises, rosas, blancos, rojos, e incluso negros.
Estas maravillas son exóticas y extremadamente raras. Estos colores se originan por la presencia de impurezas unidas al carbono dentro de la estructura del diamante. El coste de estos ejemplares, dependiendo del color, tamaño, peso, talla y corte, puede ser muy elevado.
Hay algunos tan fantásticos que forman parte de exposiciones en museos o colecciones privadas de millonarios.
La extracción de diamantes es limitada porque se trata de un mineral escaso y sus métodos han sido cuestionados. En la actualidad, con Proceso y Certificado Kimberley se prohíbe la exportación de diamantes desde países en conflicto
Se estima que las mayores reservas de diamantes las tienen Rusia y Botswana, con uno 960 millones de quilates entre ambas naciones. Le siguen la República democrática del Congo, Angola, Sudáfrica y Canadá. En estas 6 naciones se concentra cerca del 75% de la producción mundial.
De esta cifra, solo entre el 20 y 30% son piedras preciosas con calidad extraordinaria.
Con la creciente demanda de diamantes en el mercado, la extracción natural en las minas se queda corta. Es un recurso no renovable que disminuye cada año y las reservas de ejemplares viables son reducidas.
Este problema tiene una solución: los diamantes sintéticos. Son gemas creadas en laboratorio mediante tecnología y no por un proceso geológico natural. El hombre ha sido capaz de imitar lo que hace la madre naturaleza. Utilizando métodos artificiales de presión y temperatura.
Estas gemas también son conocidas como diamantes CVD (Chemical Vapor Deposition) o HPHT (alta presión y temperatura), depende del proceso.
Una diferencia puntual entre diamantes naturales y sintéticos es su precio. Los diamantes artificiales son más económicos que los genuinos. Se estima que entre un 20 y 40% menos que uno auténtico.
Reconocer un diamante sintético no será sencillo si no eres experto en gemología. Sin embargo, hay algunas restricciones que ayudan al comprador. Los diamantes sintéticos se deben identificar como “de laboratorio” o “artificial”.
Además, los diamantes naturales deben incluir un certificado gemológico que valide el título de la gema.
Sin reservas infinitas, en un futuro los diamantes nuevos podrían ser solo sintéticos y los naturales de segunda mano.
En definitiva, tanto si es un diamante natural como sintético lo podrás saber con facilidad. Uno por su certificación gemológica y el otro por su identificación como artificial.