Los diamantes son creaciones magníficas de la naturaleza. Entre ellos, destacan ejemplares únicos que sorprenden por sus tonalidades vivas y fuertes.
Amarillos, azules, rosas, negros... etc. Estas gemas pueden aparecer en diferentes colores. Uno de los más cotizados es el diamante rojo.
Encontrar un diamante rojo es una suerte inusual. Son tan raros que poco se conoce de ellos.
Los diamantes de otros colores surgen por impurezas químicas entre el carbono y otros elementos. Pero los rojos solo están compuestos de carbono. Algo raro sobre una gema que ya de por sí es extraña.
De acuerdo con los geólogos, los diamantes rojos son malformaciones en la estructura anatómica del diamante. Son producto de la compresión, que sería la culpable de que los átomos de carbono se desplacen y se produzca este color.
Para que un diamante sea catalogado como rojo, debe cumplir con una calidad elevada. Sin matices de color, solo gradaciones de la tonalidad.
Para que tengas una idea de la rareza de esta piedra, entre los años 1957 y 1987, la GIA (Instituto Gemológico de América) no clasificó ningún diamante rojo.
Algunos de los ejemplares más famosos han salido de Brasil. Pero el grueso de estas gemas proviene de Australia, en la mina de Argyle. Otros, en menor cantidad, se han encontrado también en Rusia y Tanzania.
Entre 20 y 30 rocas genuinas han sido clasificadas por la GIA como “diamantes rojos”. Por eso, se cotizan con un alto valor, superando a los diamantes incoloros. De hecho, no tienen un precio establecido, sino que éste se genera en subastas. Unos 0,2 quilates de un diamante rojo genuino rondan los 10.000 dólares.
Sin embargo, se han encontrado de forma más frecuente otras variantes de rojo alterado. En tonalidades como marrón, rosa suave, naranja y morado. Y de precios menos exorbitantes.
Un milimétrico cambio en el tono del color rojo puede significar miles de euros de diferencia entre un ejemplar y otro.
Algunos diamantes rojos han acaparado la atención del mundo por su color y tamaño. Provienen de distintos lugares, años y pertenecen a colecciones distintas.
Encontrado por un agricultor en Brasil en la década de los 90. En la actualidad, es uno de los diamantes rojos más caros y grandes hallado.
Su peso en bruto era de 13,9 quilates y fue comprado por la compañía neoyorquina William Goldberg Diamond Corporation. Lo convirtieron en talla redonda brillante y se quedó en 5,11 quilates.
Posteriormente, el diamante rojo fue comprado por Shlomo Moussaiëff (a quien debe su nombre). Su precio se estima en unos 15 millones de dólares.
También encontrado en Brasil, el Hancock Red Diamond está catalogado como “Fancy Purplish Red” por la GIA.
El diamante fue adquirido por Warren Hancock en 1956 por solo 13.500 dólares, pero fue bautizado con este nombre años más tarde por su nuevo propietario, un comerciante suizo de diamantes.
Tiene 0,95 quilates y su precio es de unos 880 mil dólares.
Es uno de los diamantes rojos menos conocidos porque su tonalidad no es tan intensa. Fue catalogado por la GIA como “Fancy Red-Brown”. Esta gema es de 5,71 quilates y se cree que en la actualidad está en Japón.
Este diamante rojo también es llamado “El escudo rojo” por su forma triangular. Su talla es brillante y su peso es de 5,03 quilates. Se cree que su origen es de Australia. Su color es rojo intenso de tipo granate. De hecho, fue confundido con esta roca.
Según la historia, el joyero Sydney DeYoung compró varias joyas en un mercado de las pulgas y, entre ellas, estaba el ahora famoso diamante.
En aquel momento, DeYoung no lo sabía, pero, tras un tiempo, notó que la gema no se desgastaba y comenzó a apreciar su corte. Fue ahí cuando empezó a sospechar y lo mandó a tasar. Resultó ser un diamante rojo y fue subastado años más tarde por unos 5 millones de dólares.
Actualmente está expuesto en el museo de arte Smithsonian en Washington.
Es uno de los 3 diamantes rojos más caros del mundo. Al parecer fue hallado en Sudáfrica en 1920. Tras tener varios propietarios, los hermanos Goudvis y su maestro joyero fueron quienes comenzaron a tallarlo.
Tras meses de trabajo, el diamante resultó en un corte esmeralda de más de 5 quilates. Aunque intentaron venderlo, con la llegada de la Guerra la pieza fue confiscada por los nazis.
Reapareció años después en una mina de sal en Baviera y fue confundido con un rubí. Regresó a sus antiguos dueños, quienes lo vendieron y no se tuvo más rastro de la gema.
Para el año 2007, Kazanjian Brothers se lo compró a un joyero anónimo. Se cree que puede costar unos 50 millones de dólares.
El color puede confundir, pero son gemas distintas. Sus propiedades y composición son diferentes.
El rubí tiene una tonalidad más intensa y brillante. Los hay en rojo oscuro, rojo púrpura y rosa. El diamante rojo no posee un tono tan intenso.
Además, debido a su escasez, el precio de los diamantes rojos es superior al de los rubís.
Quizás los precios de los diamantes rojos son elevados para los comunes mortales. La buena noticia es que también existen los diamantes rojos sintéticos, creados en laboratorios a partir de procesos térmicos y con precios más asequibles.