El oro blanco brilla con un encanto propio. Tiene un aspecto elegante y denota más lujo que el oro amarillo.
En los últimos años se ha convertido en uno de los favoritos para acompañar gemas de colores o diamantes traslucidos, ya que dan una apariencia sutil y delicada a la pieza.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que el oro blanco nace del oro amarillo. Sin él no podría existir.
Su color blanco es similar al de la plata y surge a partir de las aleaciones del oro amarillo con otros metales blancos en diferentes proporciones.
El oro blanco es una aleación entre el oro puro (oro amarillo) y algún otro metal que le dará ese aspecto blanquecino que le caracteriza.
Por ser blanco no es menos puro que el oro amarillo. De hecho, ambos tipos de oro pueden tener los mismos quilates independientemente de su color.
Maleable, duro y resistente. Esas son las condiciones que requiere el oro para poder ser trabajado y poder mezclarlo con otro metales.
En ambos casos, la proporción para ser oro de Ley de 18 quilates es de 750 milésimas de oro puro por cada gramo y 250 milésimas en aleación de otros metales.
Aunque la base es la misma y el oro blanco es oro convencional, las piezas fabricadas en este material suelen ser más caras que las de oro amarillo.
¿Por qué es más caro el oro blanco?
Tiene una explicación sencilla. Los metales que se suelen usar para la aleación son el platino y paladio. Estos metales son mucho más caros que el propio oro.
Además, para hacer más atractivas visualmente las joyas de oro blanco son revestidas con un baño de rodio.
El precio del oro amarillo es un referente, el de 18 quilates vale unos 56.50 euros por cada gramo, el de 22 es más costoso, el de 14kt más barato y sobre estas bases se moverá el blanco.
Dependiendo de los quilates que se desee obtener, el oro amarillo se mezcla en distinta cantidades con los metales blancos.
Por ejemplo, una joya de 18 quilates está formada por 18 partes de oro puro (amarillo de 24 quilates) y 6 partes en otros metales (blancos).
La fórmula específica dependerá de la casa de joyería. Ten presente que, para ser oro blanco de 18 quilates, debe tener un 75% de oro puro.
Son joyas fabricadas con un 91.7 de oro puro y mezcladas con paladio en 5.3% y plata en 3% (las proporciones pueden cambiar) para obtener una aleación blanca. Son las joyas de mayor pureza por su alto contenido de oro puro.
Es el oro blanco de Ley con una alta concentración del metal precioso y el más usado en joyería. Su aleación es de un 75% de oro y el 25% restante en otros metales (16% paladio y 9% plata).
Representa el oro puro de modo que una joya de 18K tiene 18 partes de oro y 6 partes de otros metales. Esta es la aleación más usada para los anillos de compromiso, relojes, pendientes, broches y más. Es resistente y duradero
Las piezas fabricadas en 14 quilates tienen una aleación entre 59% de oro puro y el restante en otros metales blancos. Dicho de otra forma, 14 partes de oro y 10 partes en otros metales. Son joyas resistentes, pero su contenido de oro es menor.
Teóricamente se puede obtener oro de cualquier quilate (igual que el amarillo), variando las proporciones de los otros metales. En el caso de las joyas de 12 y 10K, su contenido de oro puro es menor.
Ambos son similares. Seleccionar un color u otro dependerá de los gustos de cada persona. Las gemas suelen resaltar más sobre monturas fabricadas en oro blanco.
En cuanto a la calidad, tanto el oro blanco como el amarillo son buenos, pero su durabilidad y resistencia dependerá en gran medida de la pureza del oro (de sus quilates).
Por ejemplo, es mejor una joya de oro blanco de 18K que una de oro amarillo de 14K. Pero si ambas son de 18k, su pureza es idéntica y también su calidad.
En cuanto a su limpieza, hay quienes sugieren que el oro blanco debe tener mayores cuidados.
Para obtener su color se aplica un baño de rodio. Esto le añade resistencia, pero también se puede caer y con el tiempo puede requerir una nueva capa (algo que no ocurre con el amarillo).
Cuéntanos, ¿Qué color de oro prefieres?