Creaciones majestuosas de la madre naturaleza.
Así podríamos definir a las perlas.
Ese tesoro oculto dentro de algunos moluscos que encanta por su forma y brillo. Hoy en día es común verlas en joyería, pero ¿sabías que no siempre estuvieron al alcance de cualquiera?
En su entorno natural las perlas son poco frecuentes. Esta maravilla se comienza a formar cuando una partícula extraña entra al interior del molusco, es una especie de mecanismo de defensa del animal. Al no poder deshacerse de él, lo envuelve en cristales de carbonato de calcio y conchiolina (nácar).
Las perlas no surgen de un proceso automático.
Esa pequeña bolita que ves en tus joyas le tomó a la ostra unos 10 años crearla y no todas las ostras tienen perlas. La probabilidad es de 1 entre 10 mil.
Alta demanda y casi nula oferta.
Hace unos 120 años Mikimoto Kokichi (un ingenioso japonés, conocido hoy como el rey de las perlas), tuvo la gran idea de cultivarlas con procesos no naturales.
Muchos años después, las técnicas de Mikimoto siguen siendo usadas. De hecho, se convirtió en una empresa de joyería y sus perlas cultivadas son exquisitas. Un hito dentro del mundo de la alta joyería.
Son esferas de nácar al igual que las otras.
Se diferencian en que tienen propiedades singulares que la hacen sofisticadas y altamente apreciadas. Son cultivadas por medio de nucleación sintética.
Al igual que ocurre con diamantes y otras gemas preciosas, las perlas también tienen categorías o purezas. Algunos de estos factores son: color, forma, tamaño, estado, teri (lustre) y maki (capas de nácar sobre el núcleo).
De hecho, mayor maki brinda intensidad en el lustre (teri), lo que supone un mayor precio y esto es algo que está presente en las perlas japonesas.
Las perlas japonesas son especiales por distintos motivos. Algunos relacionados con las temperaturas del agua, diferencias en las estaciones, en las corrientes, oleaje.
Todo esto influye.
En Japón, las perlas cultivadas suelen ser cosechadas entre los meses de noviembre y febrero (mientras hibernan), época en la que bajan las temperatura y se prestan las condiciones para que el nácar se solidifique, hayan capas finas y uniformes.
Es un proceso complejo en el que la luz realza el lustre de la perla, creando una película incomparable, única y propia de la variedad japonesa.
La gran mayoría de cultivos de perlas en Japón corresponden a la variedad de ostras Pinctada Fucata Martensii o Akata-gai, también conocido como molusco Akoya (localidad).
Las perlas japonesas Akoya son una variedad usada de forma frecuente en la joyería. Sus imperfecciones son bajas, su lustre es elevado, su cosecha es rápida y su calidad acorde a los estándares. Se incorporan en cualquier tipo de joya, pero sobre todo en collares.
Sus dimensiones oscilan entre 6 y 9 mm, tienen forma simétrica (redondas casi perfectas) y colores intensos, desde el común blanco, pasando por crema, azul claro, plateado, dorado, verde y rosa (cambia según el proceso de cultivo).
Su crecimiento es complicado y se estima que solo un 5% de las ostras implantadas generan una perla de calidad. Su tiempo de cultivo varía entre año y medio y 3 años (menor que en otras variedades).
Como resultado las capas de nácar son delgadas y la perla puede ser más frágil que otras variedades. Su simetría y matiz son lo que la hacen destacar.
Kokichi Mikimoto es una referencia en la industria perlífera nipona y mundial.
Además de introducir la perla Akoya convencional con su proceso de implantación y cultivo, también desarrolló para su empresa una variedad Premium llamada Akoya Hanadama.
Una perla de calidad superior.
Las Hanadama (Flor esférica) representan menos del 1% de toda la recolección de Mikimoto.
Si adquieres una de estas perlas, vendrá acompañada de un certificado de calidad, validado por el Instituto Científico Japonés de las Perlas.
Jackie Kennedy (esposa del presidente norteamericano John Kennedy) o Marilyn Monroe fueron íconos de elegancia, moda y buen gusto.
También fueron dos amantes de las perlas. Y, gracias a ellas, éstas se volvieron tendencia.
Modelos como un collar de 3 filas de perlas japonesas, uno de los favoritos de Jackie Kennedy o el collar de ejemplares Akoya comprado en la tienda Mikimoto (Tokio) por el segundo esposo de Marilyn Monroe son dos claros ejemplos.
Las perlas cultivadas proceden de granjas en distintas partes del mundo. Las más populares en la joyería moderna provienen de Japón, Filipinas, Indonesia y Australia.
En el caso de la australiana, es una perla que está en la cúspide, al ser la más cotizada. Cada ejemplar tiene un tiempo de cosecha de entre 3 y 9 años, mucho mayor al de las japonesas.
Pueden ser redondas perfectas o ser asimétricas. También se diferencian de las japonesas en su tamaño, ya que son mucho más grandes, con dimensiones que oscilan entre los 9 y los 28 mm.
Todas las perlas son muy preciadas, algunas variedades desconocidas.
Algo nos queda claro, cada una de ellas ha cumplido un largo camino para llegar a adornar los cuerpos de mujeres.