Vidrio de plomo con brillo deslumbrante.
De eso se componen los cristales de Swarovski. Joyas hermosas, destacadas y con diseños elegantes.
Estos cristales (parecen piedras preciosas de diseñador) son básicamente una especie de vidrio, con una mezcla de arena, minerales y cuarzo en proporciones que los comunes ignoramos, pero que se guarda con recelo en la planta de producción de la marca Swarovski en Wattens (Austria).
Esta fórmula de componentes secretos, trabajados a temperaturas muy altas, han hecho que el resultado final sea un cristal con aspecto de diamante.
La historia de Swarovski comenzó en Austria en un pequeño taller familiar dedicado a cortar cristales.
Uno de los hijos, Daniel Swartz, aprendió el oficio de su padre y, al poco tiempo era un artesano habilidoso, capaz de tallar el vidrio y convertirlo en joyas con un brillo único para adornar pulseras, anillos, collares y más.
Durante su juventud inventó una máquina eléctrica que posteriormente patentó. Con ella, podía cortar los cristales de forma precisa y con mayor rapidez que a mano. Años después, Swartz cambió su apellido a Swarovski y gracias a su invento y técnicas, en 1892 fundó las dos primeras fábricas de Swarovski.
Hoy en día está presente en pasarelas, diseños vanguardistas o pedrería de adorno en dispositivos tecnológicos.
Las joyas Swarovski están de moda.
Además, a lo largo de los años Swarovski se ha asociado con importantes firmas de la moda como Chanel, Louis Vuitton, Christian Dior, Louboutin, entre otras, lo que ha aumentado su fama y lujo.
Los cristales de Swarovski sobrepasan la calidad convencional.
Sus técnicas en los cortes de precisión, alto índice de refracción y detalles, los hacen especiales. Cuentan con tratamientos similares a las que se aplican sobre diamantes.
Crear un cristal de Swarovski toma tiempo. Sus altos estándares evitan la opacidad y mantienen la uniformidad y consistencia en cada pieza. Más que cristales, son joyas de arte. Considerados “los mejores cristales cortados y pulimentados con máquina a nivel mundial”.
Todo esto hace que haya un creciente mercado de imitaciones. Si quieres constatar que tus cristales son Swarovski, presta atención a los detalles, esto asegura su autenticidad.
¿Cómo saber si un cristal Swarovski es auténtico? Recuerda que son piezas iguales y simétricas, idénticas en talla y tamaño. No tendrán burbujas ni arañazos y su brillo destaca por la luminosidad, así como por su índice de refracción a la luz. Su color es claro y el tono de cada una de las piedras que forman la pieza debe ser igual.
Además, un cristal auténtico de Swarovski estará identificado como tal, con una etiqueta "Swarovski®” y con una presentación sellada con el holograma plateado que identifica a la firma austriaca.
Son mucha. Te contamos las 11 curiosidades más sorprendentes de los cristales de Swarovski:
Después de saber todas estas curiosidades: no te asustes. Swarovski es una marca prestigiosa y de lujo, pero sus piezas son más baratas que el de las piedras preciosas (pero más caras que los cristales comunes).
En su catálogo podrás encontrar variedad de modelos en anillos, pulseras, colgantes, gargantillas, pendientes o brazaletes.
Sus precios varían y puedes encontrar piezas de 50 euros, así como otras que superan los 20 mil.